Parte de las experiencias cotidianas son algo nuevo. Algunas experiencias son alegres, ¡otras nos hacen desear estar en otro lugar! De cualquier manera, las experiencias son un regalo, una oportunidad para aprender algo.
He oído mucho acerca de cuánto las “experiencias desafiantes” son grandes maestras. Encuentro que los desafíos pueden ser dobles: en primer lugar cuando hay que resolver la situación y luego en el momento de tener la presencia de mente para aprender algo de ella (en lugar de simplemente pasar página y seguir adelante, alejándonos cuanto antes)
Nunca vas a cambiar tu vida hasta que cambies algo que se hace todos los días. El secreto de tu éxito, se encuentra en tu rutina diaria.

¿Cómo apreciar el valor de todas las experiencias?
Piensa en los contratiempos como un medio para seguir adelante
¿Qué conocimientos pueden serte útiles en el futuro?
A veces, las cosas no salen como queremos (la primera vez que las intentamos). Algun@s aprovechan la posibilidad de que no funcionen para no intentarlo en primer lugar.
El fracaso simplemente no se puede evitar, ya que aunque podamos hacer las cosas lo mejor que sepamos, con la información a mano, no siempre lo sabemos todo y debemos aceptar un poco de riesgo.
NB: cuando no obtienes lo que quieres, ¡obtienes otra cosa! A veces, esa “otra cosa” puede ser más valiosa. Ábrete a esa posibilidad y busca la manera de apreciar lo que la experiencia puede enseñarte.
2. La gente hace cosas por sí misma, no por ti
Cuando “sufrimos” como consecuencia de las acciones de otra persona, podría ser fácil pensar que lo hicieron a propósito.
La mayoría de las veces, sin embargo, la mayoría de las personas están muy ocupadas consigo mismas. Nuestro propio sentido de importancia personal nos hace pensar que somos un factor en su toma de decisiones. Aquí la recomendación es tomarse el tiempo para aprender sobre las circunstancias, prioridades y procesos de pensamiento de otras personas.
3. La gente hace lo que quiere, no lo que tú quieres
Hay una diferencia entre “decirle” a la gente que haga algo y que realmente “quieran” hacerlo.
Si deseas que las personas vayan más allá de que “sepan” que tu deseas que hagan algo y que “deseen” hacer lo que les pides, asegúrate de comprender lo que quieren y de lo que quieren alejarse. Facilítales la búsqueda de una razón para hacer lo que les pides, para que quieran hacer la tarea que estás solicitando, alineála con sus prioridades.
4. Utiliza las emociones como señales
Las situaciones con una alta carga emocional pueden desencadenar comportamientos automáticos. Esto es lo que nos dice la neurociencia sobre el cerebro reptil, límbico y racional.
A veces nos comportamos en modo de “congelación, lucha o huida”.
Reconoce las emociones fuertes como la necesidad de hacer una pausa y ser más consciente de tu proceso de pensamiento. Pide una pausa (“espera un minuto”) si es necesario, encuentra formas de afirmarte (“Encuentro inaceptable lo que has hecho”) sin la necesidad de tomar represalias.
¿Cómo sería la vida si pudieras contemplar cada experiencia con apreciación?
Las buenas experiencias se podrían recordar con cariño, con la esperanza de volver a tenerlas. Las experiencias desafiantes se verían con gratitud por la oportunidad de aprender una lección, independientemente de la lección, independientemente de cuándo podamos aprender de ella.
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